Traductor
Posted by : Candy Zapata
Casi todos tenemos algo en nuestra vida que no nos satisface
y que nos encantaría que fuera diferente: nuestra manera da hablarnos, nuestra
forma de relacionarnos con alguien, la confianza que tenemos en nosotros
mismos, nuestra capacidad de decir que no, el miedo a lo que opinen los demás…
Si sabes que hay algo que no funciona en tu vida espero que
también sepas que la única manera de que obtengas un resultado diferente, en lo
que sea, es que cambies algo. Al menos a mí me parece evidente que si no haces
algo distinto no cambiará nada, pero me doy cuenta de que no para todo el mundo
lo es.
A menudo me encuentro a personas que hablan y hablan de lo
que querrían que fuera diferente, pero tiempo después siguen igual. Se saben
bien la teoría de lo que tendrían que hacer, pero no lo hacen. Y en la vida no
importa lo que dices, importa lo que haces.
Por eso, para antes que termine este año puedas empezar a obtener
resultados diferentes, quiero contarte cuáles son para mí los veinte
ingredientes imprescindibles del cambio:
1. Humildad, para aceptar que no eres perfecto y que, solo o
con ayuda, necesitas cambiar algo. Ayer mismo, al hacer un comentario sobre una
conferencia para mejorar nuestras relaciones que voy a dar la próxima semana en
León, alguien me respondió “eso les vendría bien a mis jefes”. A eso me refiero
cuando hablo de humildad, a decir “¿qué podría tener yo que aprender de esto?”,
en vez de pensar que el que tiene que aprender algo es el otro.
2. Decisión firme y clara. O dicho de otro modo, querer
cambiar. Tener ganas, estar dispuesto, tener la actitud de darlo todo, el
compromiso ineludible… Es cierto que muchos de los ingredientes de esta lista
se pueden entrenar y mejorar, pero las ganas no, no te voy a engañar. Que te
dejes de teorías y te pongas a la práctica depende solo de ti, nadie puede poner
las ganas que tú no pongas.
3. Saber lo que quieres. Cuando algo no va bien solemos
tener claro lo que no queremos, pero pocas veces tenemos claro lo que sí, y es
imprescindible (ese precisamente es uno de los puntos de partida de cualquier
proceso de Coaching). Para averiguarlo seguramente necesites pararte, pensar,
reflexionar, tomarte tu tiempo, sentir, escucharte, escribir…
4. Superar tus miedos. El miedo al cambio, a no saber lo que
va a pasar, a que algo no salga bien, a sufrir… Hay personas con una necesidad
brutal de hacer un cambio en sus vidas, pero que son incapaces porque el miedo
que tienen es mayor que esa necesidad. Es decir, nos puede más el dolor de lo
que no queremos que el amor de lo que sí. Inexplicable, pero así es.
5. Encontrarle un sentido a ese cambio. ¿Para qué lo
quieres? Para sentirte mejor contigo mismo, para acercarte más a la persona que
quieres ser, para ser libre, para ser más feliz, para vivir tranquilo, para ser
capaz de conseguir tus objetivos… Toda transformación, para que sea permanente,
necesita un sentido, y se trata de que tú encuentres el tuyo.
6. Entender para qué hacías lo que hacías. Por ejemplo,
supongamos que quieres dejar de gritar a tu pareja y empezar a tratarla con más
respeto y confianza. Pues para conseguir dejar de gritar lo primero que
necesitas es saber para qué lo hacías.
¿Para qué le gritabas? ¿Cuál era la intención positiva de
ese comportamiento que ahora quieres dejar atrás? ¿Qué valor obtenías de eso
que hacías? ¿Qué necesidad intentaba satisfacer esa actitud? Tal vez fuera una
forma de canalizar un miedo, de protegerte, de expresar tu frustración, de
esconder tu inseguridad, tu tristeza o tu rabia por algo… Averigua qué había
ahí y asegúrate de que esa necesidad queda satisfecha con el cambio, porque si
no volverás a caer siempre en el viejo comportamiento.
7. Creer en ti. Porque cuando tienes confianza en ti te
pones metas altas y cuando no la tienes te las pones bajas o ni te las pones.

8. Creer que puedes y que te lo mereces. Hay un montón de
personas ancladas en relaciones que no les satisfacen o en trabajos que ya no
les motivan como antes porque en el fondo de sí mismas se sienten incapaces de
conseguir algo mejor o se han convencido de que eso que tienen ya es para toda
la vida.
Por eso, para quitarte las excusas conformistas tipo “soy
muy mayor para cambiar” o “ya llevo demasiado tiempo haciéndolo mal”, lo
primero es desempolvar el miedo que se esconde detrás.
9. Creer que puedes cambiar tu forma de ser. Y vivir y
pensar y sentir de un modo diferente a como lo haces ahora.
¡Qué daño nos hacen expresiones como “yo soy así” o “es mi
forma de ser”! Porque tu personalidad no es la que crees tener, a menos que la
hayas asumido como propia y decidas conformarte con ella. Pero si quieres
cambiarla y elegir cómo quieres ser, es perfectamente posible. De hecho, todos
cambiamos constantemente. Lo que aquí te propongo es que seas tú quien elija
hacia dónde quiere cambiar.
10. Atreverte. No te engañes, si no te atreves a hacer cosas
que te den miedo nunca obtendrás resultados significativos. Lo que merece la
pena en la vida está fuera de nuestra zona de confort. Cuando nos atrevemos a
salir de ella, cuando nos arriesgamos a fallar, a pasar vergüenza, a que nos
critiquen, a perder algo que nos daba seguridad… Sólo así podremos crecer, ganar
confianza y tomar conciencia de nuestras capacidades y habilidades.
11. Asumir tu responsabilidad de tomar acción. Sólo
practicando podrás lograr lo que quieres. Sólo empezando hoy, aquí y ahora, y
dándole prioridad a eso que te has propuesto. No mañana porque hoy no tienes
tiempo, ni el mes que viene porque este mes me va fatal. No cuando el otro
cambie, no cuando sea más fácil, no cuando esté de mejor humor…
Lo tengo comprobado, el mejor momento para empezar a cambiar
algo que sabes que quieres cambiar es hoy. Todo lo demás debería ser tu plan B.
12. Tener fuerza de voluntad. Esta palabra que tantas veces
me repetía mi madre de pequeña y que yo tanto me esforzaba por interiorizar se
convirtió después en uno de mis puntos fuertes.
Es decir, si tengo que hacer algo lo hago. Si prefiero estar
haciendo otra cosa, pero sé que a largo plazo lo que me conviene es esto, lo
hago. Porque no, los caminos que nos llevan hacia donde queremos estar no
siempre son de rosas y a veces hay que pasarlo mal para después pasarlo muy
bien.

Así que, si ya has decidido que quieres un cambio, deja de
boicotearte pensando en todo lo que puede salir mal. Si quieres adelantarte a
lo que no ha pasado, por lo menos que sea pensando en cómo vas a responder a
los imprevistos y en lo que vas a hacer si algo no funciona. Es decir, utiliza
tus pensamientos para que aumenten tu confianza en ti, no para que alimenten
tus temores.
14. Cuidar lo que les dices a los demás. Casi tan importante
como lo anterior, porque tu lenguaje sostiene tu conducta, tus pensamientos,
tus creencias, tus emociones y tus relaciones con los demás. Y, sobre todo,
porque el lenguaje que usamos con los demás suele ser bastante parecido al que
usamos con nosotros mismos. El que critica, se critica. El que exige, se exige.
El que perdona, se perdona. El que valora, se valora. Y el que confía en los
demás, también confía en sí mismo.
15. Contarlo a los cuatro vientos. Porque si quieres cambiar
algo, pero no lo compartes con nadie, en caso de que falles sólo tendrás que
rendirte cuentas a ti mismo. En cambio, si lo cuentas a los cuatro vientos,
también tendrás que justificarte a los cuatro vientos.
Y sí, aunque no debería ser así, hay personas que valoran
más el compromiso que establecen con los demás que el que establecen consigo
mismas. Muy bien, entonces aprovéchate de ello para aumentar tu compromiso.
16. Repetir, repetir y repetir. Las cosas que merecen la
pena no se consiguen de un día para otro. Requieren paciencia, perseverancia y
mucha repetición. Y sobre todo cuando es algo que tiene que ver con tus
creencias o lo que tú crees que es tu forma de ser.
Y no, seguramente no puedas saber de antemano si te llevará
21 días, 33 o dos meses. ¿Pero qué más da? Si sabes que es posible y que de
verdad merece la pena, ¿cuánto tiempo te llevará no debería ser secundario?
17. Dejar de exigirte. Hay quien cuando comete un error se
machaca y se fustiga pensando que se lo merece y que esa es la mejor manera de
no volverlo a cometer. Y no, todo lo contrario. Hay estudios que demuestran que
cuanta más capacidad tengas de asumir tus errores, sin fustigarte por ellos ni
quedarte enganchado a la culpa, más capacidad de mejora, de optimismo, de éxito
y de felicidad desarrollarás.
Así que, por favor, si quieres sacar provecho de un error,
que sea buscándole un aprendizaje, lo mismo que se lo buscas a tus éxitos (o
eso espero ;-). Y repítete, una y mil veces, que no pasa nada por equivocarte.
Benditos los que se equivocan porque nunca estarán en el barco de los que no lo
intentan.
18. Abrir bien los ojos. El viejo hábito o patrón de
comportamiento no desaparece tan fácilmente. Se queda en tu inconsciente
esperando la más mínima oportunidad de volver a tomar el mando. Por eso es
importante que observes, que estés alerta y que no dejes de aprender y tomar
nota, con la flexibilidad suficiente para introducir los cambios que necesites
y, muy importante, sin juzgarte.
19. Aceptar los imprevistos. Muchas veces las cosas no salen
como esperábamos. ¡Y no pasa nada! Se puede seguir adelante cuando surgen
dificultades, se puede modificar lo previsto y se puede intentar una y mil
veces.
Así que si en tu proceso de cambio tus planes a veces se
truncan, ¡cambia de planes y listo! Aprende a aceptar las cosas como vienen,
incluso a disfrutar de ellas, que por algo serán así, aunque ahora no sepas
verlo.
20. Premiarte. Lo mismo que si no arriesgas no avanzas
y si no te equivocas no aprendes, también es cierto que si no te premias no
puedes mantener la motivación ni la confianza que necesitas. Así que éste, aun
siendo el último, es un ingrediente tan importante como el que más. Reconócete
lo que va bien, los pequeños logros de cada día, y prémiate por ellos.