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HISTORIAS A MEDIA MAÑANA
Buena amiga
Su amiga Rosa ha llamado para decirle que han visto
a su marido salir del Hotel Real con otra mujer, varias veces. Una mujer
rubia, bastante guapa, con clase. Llegan y se marchan en el coche de él. Lo
sabe casi toda la urbanización y ha creído que su deber de amiga era
advertírselo. Rosa no es Tan amiga. Coinciden en el colegio del niño y en el
gimnasio, a veces. Ana guarda silencio al otro lado del teléfono.
-Gracias.
-Quizás debería habértelo dicho en persona.
-Quizás, sí.
-Me daba miedo que cualquiera te lo contara de mala manera.
-Ya.
-Ahora me siento mal. Tendría que haber esperado al jueves y
habértelo contado cara a cara.
-Perdóname, Rosa, es que tengo muchísima prisa.
Ana colgó. Se miró la alianza de boda, y el
solitario que le había regalado su marido hacía cinco días. Era muy bonito, un
poco ostentoso, el tipo de joya que a ella le gustaba. Con los años había
reunido varios anillos, unos pendientes de esmeraldas también. Antes o después,
llegaba una llamada parecida a la de Rosa. Ella fingía sorpresa, un
silencio digno. Luego, de manera amable, pero tajante, rompía la amistad
con la delatora. Qué sabría nadie lo que pasaba en su casa, ni qué les
importaba. Siempre supo cuando la engañaba su marido, y también
cuando lo hizo por cerrar un buen negocio.
Notas con Candy número 76 ( Espido Freide )
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HISTORIAS A MEDIA MAÑANA
Guerrera
Este cuento está dedicado a todas las mujeres y los hombres
que están luchando, hoy, contra el cáncer de mama.( Espido Freide)
Sé que a veces no es fácil. Sé que casi siempre
es durísimo, que hay ocasiones en las que soportas sin pestañear cosas que
quebrarían a cualquiera, y que otras te rompes en pedazos por una tontería, una
mirada, una frase inadecuada. Se nos pueden llenar a todos la boca y
las manos de palabras de apoyo, de insistir en que estamos aquí, pero se
apaga la luz, o se enciende la máquina, o te buscan la vena y allí te
quedas con tu dolor, tu incertidumbre y tus cicatrices.
Sé que no te queda más remedio. Hasta ahí sé. El resto me lo
enseñas tú. Día a día, porque no sabemos ni tú ni yo qué ocurrirá
mañana. A veces dura y otras sensible, pero siempre con un valor que
asusta. Quien no esté a tu altura se quedará por el camino, no te acompañará
con alguna excusa fácil. De muchos ya te has librado; esta enfermedad
te da el regalo de revelarte con quién puedes contar y con quién no. Hay
una enorme belleza en tus gestos. De jóvenes creemos que la belleza
habita en la figura, en el cabello. Con la edad descubrimos que tiene
que ver con la mirada, con la fuerza, con el ejemplo. Nadie iguala
tu valor como guerrera, con tu vida como batalla, con tu esperanza
como escudo.