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  • Posted by : Candy Zapata

    Estaba dando un paseo por el mirador del Genil, un hermoso lugar de nuestro pueblo, cuando a lo lejos siento una voz “Preciosa que haces tú por estos rincones”. Miré y vi a una señora mayor sujetando su andador para poder caminar más fácilmente. Me acerque y era María; la vecina de mi abuela. Nos abrazamos y empezamos a contarnos nuestras vidas.

    Le dije que me había metido en un proyecto con las mujeres de Palma “Fortalezas Palmeñas”. Me miró y muy seria me dijo que en ese proyecto tenía que estar. "Tengo que contar que yo sola pude romper el machismo de mi casa".

    Mira tesoro me casé muy joven y muy enamorada de mi marido. Con solo treinta y cinco años era madre de cinco hijos; cuatro varones y una hembra.
    En mi hogar las esclavas éramos mi hija y yo. Los niños junto a mi marido eran los príncipes del reino. No se levantaban ni a por un vaso de agua. Si me quejaba de la educación que se impartía en nuestra casa, esa noche era un infierno. Nunca me puso la mano encima, pero psicológicamente nos machacaba. “Las mujeres son concebidas para ser sirvientas de mi casa”, “Mi madre no se quejaba y éramos diez hombres contando con mi padre, así que no te quejes tú”,  “Cállate la boca y vete a la cocina que es tu lugar junto a tu hija”; esas frases de las veces que me la ha dicho nunca las podré borrar de mi cabeza y otra que me las callo por vergüenza tesoro.

    Me quedé viuda con treinta y ocho años. Mi marido se murió de un infarto. "Seria de comer , fumar y estar todo el día sentado escuchando el transistor".

    Lloré lo que tenía que llorar por su perdida y me dije para mí misma: “En mi casa tiene que cambiar las cosas o esto puede ir a peor”.

    Reuní a mis hijos y les dije: Ahora tras la muerte de vuestro padre todos tenemos que arrimar el hombro. Los mayores y yo tendremos que buscar más faena en el campo pues nos hace falta el jornal de vuestro padre. Así que aquí todos "pencaremos" en hacer las tareas del hogar. Todos me miraron, los mayores echaron genio y el más pequeño se calló. Me armé de coraje y volví a decir que yo era la matriarca del hogar y se hacía lo que yo dijese, sino puerta.

    Ahora tengo setenta y cuatro años. Estoy muy orgullosa de como mis hijos tratan a sus mujeres y la educación que le están dando a mis nietas y nietos es por igual. También soy bisabuela pero ese es muy chico todavía. Tiene solo cuatro meses.
    Esta es mi historia. Candy no quiero morir sin que se sepa; lo conseguí yo sola. Como me trataba a mí mi marido no quería que le pasase a mis nueras ni a ninguna mujer.

    “Notas de una mujer….” os ha relatado la historia. A petición de María hemos cambiado  su nombre original por respeto a sus hijos y familia.

    Que su ejemplo sirva para aquellas que les hace falta solo un empujón para que cambien sus vidas en el núcleo familiar.
    Enhorabuena María por hacerte fuerte tu sola.



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