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Posted by : Candy Zapata
Cuando el aburrimiento había bostezado por tercera vez, la
locura les propuso jugar a las
escondidas.
La intriga levantó la ceja y la curiosidad, sin poder
mantenerse preguntó ¿escondidas? el entusiasmo danzó, seguido de la euforia, la
alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la duda y a la apatía,
que nunca se interesaban por nada.
1,2,3.. comenzó a contar la locura, la primera en
esconderse, fue la pereza, que como siempre cayó detrás de la primera piedra
del camino, la fe subió al cielo y la envidia se escondió detrás de la sombra
del triunfo, que por propio esfuerzo había conseguido llegar a la copa más alta
del árbol.
La generosidad casi no logra esconderse, porque cada lugar
que encontraba le parecía bueno, para alguno de sus amigos, si era un lago
cristalino, ideal para la belleza, si era la copa del árbol perfecta para la
timidez, si era una ráfaga de viento, magnífica para la libertad.
Así es que terminó escondiéndose en un rayo de sol, el
egoísmo un lugar bueno desde el principio, ventilado cómodo pero solo para el,
la mentira se escondió detrás del arco iris y la pasión y el deseo en el centro
de los volcanes.
Cuando la locura terminaba de contar el amor todavía no
había encontrado lugar para esconderse,
pues todos estaban ya ocupados, hasta que encontró un rosal y
cariños-amente decidió esconderse entre sus flores, concluyó la locura y comenzó
la búsqueda, la primera en aparecer fue la pereza apenas a tres pasos de una
piedra.
Sintió vibrar a la pasión y al deseo en los volcanes, en un
descuido encontró a la envidia y claro pudo deducir donde estaba el triunfo, al
egoísmo no tuvo que buscarlo. el solo salió disparado de su escondite que era
en verdad un nido de avispas. De tanto
caminar la locura sintió sed y al aproximarse a un lago descubrió a la belleza.
La duda fue más fácil de encontrar estaba sentada sobre un
cerro sin decidir dónde esconderse y así iba encontrándolos a todos, al talento
entre la hierba fresca, a la angustia en una cueva oscura, pero el amor no
aparecía por ningún lugar, la locura lo busco detrás de cada árbol, debajo de
cada roca del planeta y encima de las montañas.
Cuando estaba a punto de darse por vencida, encontró un
rosal y comenzó a mover sus ramas con energia, entonces escuchó un grito
doloroso, había herido al amor en los ojos con las espinas del rosal. La locura
no sabía que hacer para disculparse, lloró, rezó, imploró, pidió perdón y
prometió ser su guía para siempre, es por eso que desde entonces el amor es
ciego y la locura siempre lo acompaña.
Mario Benedetti