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  • Posted by : Candy Zapata

    ¿A quién no le gusta una buena naranja de Palma del Río?
    ¿Quién no se ha quitado las ganas de comer con nuestras exquisitas naranjas?
    ¿Quién no ha oído hablar de la guerra a los abuelos? Mi abuelo no explicaba mucho de aquel periodo, razón tenia, esa maldita guerra les mató a sus padres; la maldita guerra y un puñado de habas. El tenía casi diez años cuando estalló la guerra civil. Os contaré la única historia que recuerdo en éste momento.

    El hambre era el problema de casi todas las familias que se vieron envueltas en aquella guerra. Aunque mi abuelo siempre decía que si durante la guerra hubo hambre, más hubo luego, porque los campos, a causa de las bombas, estaban tan quemados que durante un tiempo fue imposible sembrar nada; nuestro hermoso Valle del Guadalquivir no relucía tan lindo como luce ahora.

    Con las cartillas de racionamiento daban muy poca cosa, y entre ellas unas tortas de maíz, muy abuelo aborreció de tal manera que las comía sólo cuando ya el hambre le dolía.

    sosas, que mi
    Un día cerca de su casa, paró un batallón de soldados para descansar y comer un poco. Ahí, en medio de la calle les repartían la comida: un poco de agua, un trocito de pan y un cucharón de algún potaje cocinado allí mismo, y de postre un cuarto de naranja. Recuerdo que era tan pequeña cuando me contó aquello que no sabía lo que era un cuarto, y el cogió una naranja del frutero y me indicó que había que partir la naranja por la mitad y luego otra vez por la mitad. Se echó a reír al verme la expresión que puse, y me dijo que sí, que era todo lo que le daban de comer a un hombre que se estaba jugando la vida.
    Aquel día que los soldados estaban allí, el salió a la calle sin que su hermana Belén  se diera cuenta, y observó a un soldado que se disponía a comer su cuarto de naranja. Hacía mucho tiempo que mi abuelo no comía una fruta, una naranja… contaba la historia y en sus ojos yo veía el deseo que tuvo que tener en ese momento por comerse aquel trozo de fruta. El soldado también se dio cuenta de aquello, miró la naranja, volvió a mirar a mi abuelo que no aquel manjar entre las manos, y después de la reprimenda que le echó la su hermana; ella era quien  cuidaba de ellos a raíz de la muerte de sus padres, se la comió. ¿Os imagináis como le tuvo que saber aquel trocito de naranja? Afortunadamente creo que no, que nunca desearemos algo así, con esas ganas, con esa hambre, con tantas ansias….porque hoy en día las naranjas se nos pudren en los fruteros.

    apartaba los ojos de la fruta, y se la dio. Mi abuelo sonrió y salió corriendo a su casa con

    Mi abuelo recordaba aquello con lástima por aquel soldado que se deshizo de parte de su comida por uno niño la que no conocía.


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