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Hablando conmigo misma

Llegué a casa, sintiéndome como si me hubiera pasado una máquina cosechadora por encima.

Ganas de verlo al diablo????, cero.

Casi lo llamo, para suspender la salida, pero pensé que si me quedaba en casa  iba a seguir dándole más vueltas y más vueltas al mismo asunto, enroscandome cada vez más.

Tonta!!!  ¿¿Otra vez??  La idea era pasarlo bien, sólo por esa noche…  si ya lo sabías!!!  … si no es lo que querés!

¿Cuánto tiempo más le vas a dar a una relación que necesita una máquina de hielo para seguir funcionando?

¿Y a Satanás, cuánto es lo que lo excitás vos… y cuánto lo excita la situación?

¿Te excita a vos tener que vender tu alma la  a un tipo que ni siquiera conocés, por más que sea un tipo tan conocido?

¿Te excita volver a tener una experiencia como la de esa vez?… bueno, la verdad que esa vez estuvo buena…  pero ganas de repetirla, ni ahí.

No, no, no, y no.

Me vestí, puse la mejor cara de buena onda, y lo esperé. En cuanto lo vi, salí corriendo....