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Posted by : Candy Zapata
Cuando Rita Levi-Montalcini trato de conciliar dos aspiraciones inconciliables –según el gran poeta Yeats–: perfección en la vida o perfección en el trabajo, se decantó por la imperfección en la vida y en el trabajo. Y al descubrir el placer que le procuraban vivir y trabajar, descubrió que eso, la imperfección, era lo que más se avenía a la naturaleza humana. Su vida –mujer, y científica, y de origen judío– es una odisea que recorre el siglo xx y parte del xxi. Elogio de la imperfección es su autobiografía, un balance de la trayectoria profesional y vital –de más de cien años– de la científica y la mujer. (Elogio de la imperfección)
Los progresos que se están haciendo y se harán para curar el
Parkinson y Alzhéimer se deben a los descubrimientos que hizo Rita Levi Montalcini,
Nobel de medicina, fallecida este domingo en Roma, a la edad de 103 años. Será
enterrada en forma privada en Turín, ciudad donde nació. En su testamento ha
dejado todo su patrimonio personal a la investigación científica.
Estaba ya casi ciega y sorda, pero mantenía una lucidez de
cerebro que le ha permitido trabajar hasta el final de una vida marcada por la
pobreza inicial de medios de investigación, el Nobel (1986), el Holocausto del
que se libró gracias a una camarera y, sobre todo, la rebelión contra un
destino que a principios del siglo pasado le habría condenado a ser “ama de
casa, esposa y madre”. “Yo no seré nunca esto”, dijo un día a su padre,
matemático, que ella había definido como “padre-patrón”. Durante toda su vida
ilustró las investigaciones con originales dibujos propios y vestía elegantes
modelos que ella misma había diseñado.
Hasta el final de su vida tuvo que “limosnar”, como decía,
los 90.000 euros anuales para seguir con las investigaciones neurológicas, que
llevaba a cabo en el EBRI (European Brain Research Institute), del que era
presidenta. Una de sus últimas firmas la puso en un llamamiento al gobierno de
Mario Monti para que no se suprimiese el “criterio de mérito” en la asignación
de los fondos destinados a los investigadores menores de 40 años, muchos de
ellos discípulos suyos. “No suprimáis el futuro de tantos jóvenes
investigadores que cultivan la esperanza de trabajar en Italia”, escribió la
“señora de la ciencia”, come le llamaban en Italia a Rita Levi Montalcini.
Crecimiento de las células nerviosas
Tras licenciarse en medicina en Turín, se dedicó a estudiar
el sistema nervioso y en 1947 descubrió el factor que determina el crecimiento
de las células nerviosas del cuerpo (Nerve Growth Factor, NGF), que le valió el
Nobel. El crucial descubrimiento para estudiar y comprender las enfermedades
degenerativas lo hizo en la Washington University de St. Louis (Missouri),
donde había sido invitada para llevar adelante sus investigaciones, que en
Italia no habrían sido posibles a causa del fascismo y de los escasos medios.
Su primer laboratorio italiano lo había instalado en su casa con instrumentos
rudimentarios, como las cajas de cartón para contener huevos, después de que el
régimen fascista le expulsara de la universidad.
“El objetivo de la vida no es solo amar, sino tener mucha
curiosidad, aprender a conocer el mundo que nos rodea y emplear la propia vida
en ayudar a quien lo necesita”, explicaba cuando le preguntaban por el secreto
de su longevidad. Añadía que su inteligencia era “más que mediocre” y que sus
“únicos méritos han sido el compromiso y el optimismo”.
Senadora vitalicia
En 2001 el entonces presidente de la República, Carlo
Azeglio Ciampi, le nombró senadora vitalicia, cargo al que se dedicó con
tenacidad en medio de sus numerosos compromisos científicos. “Es el cargo más
alto que haya recibido”, dijo. Los conservadores (PDL) liderados por Silvio le
tomaron el pelo con mucha frecuencia en pleno parlamento, porque con su voto
sostenía al gobierno progresista de Romano Prodi. Lo hacían al grito de “te
llevaremos a tu casa con las muletas”, a lo que ella respondía que “las muletas
del régimen sois vosotros”.
Ha sido presidente del Instituto de la Enciclopedia Italiana
Treccani y miembro de prestigiosas academias como de Lincei, la Pontificia, la
National, la Royal Society y era presidenta honorario de la asociación italiana
de esclerosis múltiple. Había creado una fundación personal sin fines de lucro
y otra dedicada al desarrollo tecnológico de las jóvenes africanas.
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Rita Levi Montalcini, en una rueda de prensa cuando cumplió 100 años. |