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  • Posted by : Candy Zapata

    Syria Poletti (10 de febrero de 1917-
    11 de abril de 1991)
    Sobre las épocas y los olvidos el sociólogo Horacio González, expresa: “No son los lectores sino las épocas (esto es, los lectores de hechos, no de libros) los que envían al desván los escritos que en algún otro momento fueron notorios. Una época los encumbra, otra los olvida, otra puede aún volverlos a contemplar".


    Al comenzar la década de 1960, ya existía entonces un público lector amplio en América Latina. La expansión de las ciudades y de las oportunidades educativas garantizó que una creciente clase media de profesionales y estudiantes universitarios leyeran con avidez las novelas de sus autores favoritos.
    En medio de esta vorágine la producción literaria de Syria Poletti (1917-1991) queda ensombrecida y, en este aspecto, quiero  darle su debido reconocimiento.


    Syria Poletti nació en Pieve di Cadore, ciudad al norte de Italia, en 1917. La emigración de sus padres a Argentina, en búsqueda de mayores oportunidades, la llevaron a crecer bajo la sensación de abandono, el cual para una niña de nueve años no se justificaba pese a las precarias condiciones económicas, sobretodo viniendo de su madre. El abandono se compensó con la figura de su abuela, quien se transformó en una madre para ella, no sólo en lo emocional, sino que también en lo artístico.

    Nací en una noche de aludes y tormenta de nieve. Más de medio metro de nieve cayó mientras mi madre me daba a luz en Pieve di Cadore.

    Paisaje de cuentos de hadas, era el país de las Dolomitas. Un paisaje para gigantes de la montaña y mi padre era un guía de montaña. Recuerdo los pinos nevados, los muñecos de nieve y los coros de montaña.

    No tenía aún seis años cuando viajamos en un coche de a caballos, descubierto, a la ciudad de mi abuela: Sacile una ciudad rodeada por colinas verdes y ceñida por un río verde.

    Mi madre con mis hermanos mayores viajaban a América la que surgió ante mí como un enigma indescifrable.


    Mi Abuela era un personaje prodigioso. Con ella uno vivía en permanente júbilo y descubrimiento. Además era un vivir en medio de gente, de actividades, de invenciones.

    El colegio fue un enganche maravilloso, fue el deslumbramiento de la palabra escrita, de la poesía, de la magia de los números y de lo exacto. La matemática llegaba como el agua cuando se padece sed.

    La gente me preguntaba: ¿qué vas a hacer cuando seas grande? ¿Modista, hilandera, profesora de matemática o te irás por el mundo como tu madre? Nada de eso.

    Llegaron unos tíos jóvenes que venían a recuperar los bienes perdidos por mi abuela. De pronto me sacaron de la casa de ella y me prohibieron inscribirme en el secundario.

    Arrancada de los brazos de esta madre por un tío que veía en el bienestar económico lo único necesario para una niña, se transformó en una joven rebelde, cuyo castigo fue la internación en un orfanato. El abandono absoluto no la intimidó, como sí lo hizo una escoliosis deformante que transformó su columna en el peso más limitante de su vida. Sólo al alcanzar la madurez su deformidad se transformó en un estímulo artístico, dejando de ser simplemente un obstáculo para el amor sexual. A los 21 años, luego de titularse como maestra, quiso emprender viaje a Argentina junto a su hermana Beppina, también abandonada pero más conforme.

    Sin embargo, no fue considerada apta para el viaje y tuvo que esperar que su hermana viajara y desde Buenos Aires consiguiera un permiso para ella. Argentina se transformó en su segunda patria, pese a las dificultades económicas y culturales que en los primeros años la acompañaron. No obstante, fue en esta tierra lejana donde se consagró académica y artísticamente. Su éxito no fue gratuito, realizó enormes esfuerzos y sacrificios para sobrevivir haciendo lo que más le gustaba y lo que esa tierra nueva y llena de historias le permitía hacer: crear como su abuela le enseñó. Por eso decidió trasladarse a Buenos Aires, la capital política y literaria de Argentina, que la pobreza y la soledad no pudieron desvirtuar. El éxito se lo ganó y la acompañó hasta los años ochenta, cuando la situación política y la crisis social tuvieron como primeras víctimas a los artistas.

    La sensación de abandono que marcó su infancia fue una huella inevitable en su vejez. Los lectores y el círculo artístico la abandonaron. No había ánimo, ambiente, ni muchas posibilidades de acceder al arte. Pero Syria renació y siguió publicando, dedicada a esos libros que la hacían recuperar lo que sintió perdido en Italia: los libros infantiles.

    Fue profesora y traductora, en el año 1953 comenzó a escribir relatos en el diario La Nación y en 1954 publicó Veinte poemas infantiles. Colaboró en la revista Vea y Lea con cuentos policiales.  Esos cuentos, en 1969, fueron reunidos en Historias en rojo. Los relatos están fuertemente marcados por la doble influencia cultural de su autora. Así, lo policial se desarrolla bajo características italianas, pero en un contexto social argentino. El tema constante de Historias en rojo son las luchas familiares que culminan en asesinatos. Esto constituye, precisamente, lo italiano en las narraciones de Poletti, que la terminan ubicando dentro de las manifestaciones del país europeo. Dicha especificidad, Luigi Volta la define aún más: "Syria Poletti escribe sus anómalos policiales como para exorcizar su propia idea de 'pasado' en una Italia patriarcal, que es la misma idea que está en la base de la literatura policial italiana y que produce tanta dificultad de movimiento para los detectives de aquel país".


    Sin embargo, todo esto es desarrollado dentro de las problemáticas de los inmigrantes en una tierra argentina marcada por la desigualdad, las injusticias, el paisaje y la pobreza.


    Syria Poletti tuvo una producción literaria vasta y exitosa desde el comienzo, en 1961 publicó su novela Gente conmigo, que obtuvo el Premio Internacional Losada y el Premio Municipal de Buenos Aires, seleccionada entre las diez mejores novelas sudamericanas por la Editorial Alan Williams de New York y llevada al cine con la adaptación de Jorge Masciángioli  bajo la dirección de Jorge Darnell, en 1965. Además fue traducida al alemán, checo, inglés e italiano. En 1964 publicó Línea de fuego, libro de cuentos que se incluyeron en diversas antologías y que fueron llevados a la televisión en varias ocasiones.

    En 1965 obtuvo en Madrid, el Premio Doncel por su libro de cuentos infantiles Botella al mar. En 1969 publicó Historias en rojo que obtuvo el Primer Premio Municipal de Buenos Aires. En 1971 apareció Extraño oficio (Crónicas de una obsesión), novela propuesta para el Premio Nacional de Literatura de ese año. En 1972 publicó Reportajes supersónicos, libro infantil que obtuvo la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.

    En 1974, Syria Poletti fue distinguida por el Gobierno italiano con el título de Gran Caballero de la Estrella de la Solidaridad, por su obra cultural en Italia y Argentina. En 1977 publicó Taller de imaginería y en 1989 ...Y llegarán Buenos Aires.

    Falleció en Buenos Aires el día 11 de abril del año 1991.

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